20/6/08

Marjane Satrapi en St. Louis.

En otoño de 2006 tuve la oportunidad de asistir a una conferencia que Marjane Satrapi dio St. Louis y mantener un pequeño intercambio de palabras al final de la misma. A raíz de esta charla, escribí este pequeño artículo para el blog de la AACE. Josep de Haro se hizo cargo de la maquetación.


MARJANE SATRAPI en ST. Louis

Por Max Vento.

Los aficionados al cómic que vivimos en St. Louis, hemos tenido la suerte de que la autora de Persépolis haya sido invitada por la Washington University y por la librería Left Bank Books a dar dos conferencias con motivo de su última obra, Pollo con ciruelas.

En la estupenda velada que pasamos con ella, tuvimos la oportunidad de conocer su opinión acerca de los temas más variados: el potencial de la historieta como medio de comunicación, la situación política actual, su filosofía de vida… Además nos hizo saber que el proyecto de adaptación al cine de Persépolis ya está en marcha


Una vista general de la librería Left Bank Books



satrapi
Viñetas de Persepolis.



libreria
Otra vista general de la librería.




Plano del salón de actos ante de comenzar.




Marjane en plena charla.




Portadas de Persepolis.




El publico asistente.





Otro plano de Satrapi en plena acción.




Al finalizar el acto dedicando libros e intercambiando ideas.


Marjane al desnudo.

A Marjane Satrapi le molestó un artículo que el semanario del New York Times publicó a raíz del éxito de su obra Persépolis. Esta entrevista fue para ella “una monumental pérdida de tiempo.” “Después de una hora de entrevista, leí un artículo que se centraba en que fumo mucho, visto de negro y me rasco la cabeza al hablar.” Sin embargo, en su caso, es difícil separar las ideas o la obra de la propia persona, porque Marjane Satrapi habla como escribe y dibuja: con espontaneidad y con un humor tierno y punzante, que no llega al cinismo.

La conferencia que dio en la librería Left Bank Books (la única librería independiente de St. Louis), fue interesante y divertida. Marjane Satrapi hizo gala de un dominio de la escena y de una fluidez sorprendente a pesar de que, según dice, “el inglés no es la lengua que mejor domino”. Su charla estuvo cargada de anécdotas. Estas son para ella, “la mejor manera de hablar de temas más amplios”, una fórmula aprendida de El ladrón de bicicletas, la película que más le ha impresionado, y que Marjane Satrapi aplica para tocar los temas más diversos: En Bordados, una reunión de mujeres sirve de excusa para poner en entredicho las sociedades patriarcales, que según cree, “son responsabilidad tanto de los hombres como de las mujeres.” En Persépolis, la revolución islámica en Irán está contada a través de las pequeñas anécdotas de su niñez. En Pollo con Ciruelas, también se sirve de anécdotas sobre su tío –un conocido músico iraní- para reflexionar sobre el amor o el placer.

Y es que para ella, la búsqueda del placer y el romper las normas (“las reglas son para los idiotas, le decía su abuela) es toda una filosofía de vida. “Ahora te dicen que no puedes fumar porque da cáncer ni comer lo que te apetece porque tiene colesterol. Y yo me pregunto, ¿qué sentido tiene vivir sin las cosas que a uno le dan placer?” A raíz de esto, recuerda que, mientras Teherán estaba asediada por los bombardeos, su familia “organizó más fiestas que nunca.” “El hecho de poder reunirnos y pasarlo bien, era una cuestión de supervivencia.”

Probablemente, en esa búsqueda del placer tenga en contra a las personas que para ella son más antagónicas: los fanáticos. “Esa minoría capaz de todo por una idea.” En ese sentido, pone a los fanáticos cristianos y musulmanes en el mismo saco: “El gobierno iraní dice luchar contra el mal, al igual que el estadounidense. Ambos tratan de convencernos de que Dios está de su lado.” La situación parece más enconada que nunca, sin embargo ella no pierde una esperanza que pasa por la “educación y la tolerancia.” “En todos los países en los que he estado, me he podido entender con la gente culta y educada. La cultura da una base con la que empezar la comunicación.”

A pesar de haber ido acumulando historias a lo largo de los años a base de “escuchar a los adultos”, le costó encontrar el medio adecuado. “No provengo de una cultura del cómic. Hay compañeros que sabían que querían hacer cómics a los cinco años. Entonces yo quería ser muchas otras cosas.” Todo cambió, el día que le regalaron Maus de Art Spiegelman. Después de quedar profundamente afectada por su lectura, entendió que el cómic era un vehículo apropiado para contar cualquier historia. A partir de ahí, empujada por varios amigos que trabajaban en un estudio, rumió la idea de relatar todo lo que había vivido. “Cada vez que me ponía a hablar de Irán ellos me decían ‘¡no nos lo cuentes, escríbelo!’. ¡Probablemente estaban hartos de mis historias!” Aun así, al principio, tenía algunas reticencias. “Al conocer a otros dibujantes, me di cuenta de que el cómic era una actividad que requiere un grado de obsesión que yo no creía tener. Hay que dedicar a ello cantidades ingentes de esfuerzo. Después de veinte ilustraciones he terminado libro de cuentos, pero únicamente llevo cinco páginas de un cómic. ¡Y mis cómics tienen unas doscientas…! Sin embargo, al dibujar Persépolis me di cuenta de que yo también soy una persona bastante obsesiva. En ese sentido, el cómic me ha ayudado conocerme a mi misma.”

No solo se ha conocido a sí misma. Su cómic nos ha dado la oportunidad a los lectores de conocer mejor a esta Iraní de antepasados ilustres (su bisabuelo fue el último rey de la dinastía persa de los Qadjar, su abuelo primer ministro de Persia…). “Gracias a este medio”, dice “he logrado mi historia sin que nadie me interrumpa.”
Y es que una vida tan azarosa ha dado para muchas páginas de cómic y puede dar para muchas más. Sin embargo, ante la pregunta de si hubiera cambiado todas estas historias por haber tenido una infancia más feliz no tiene dudas: “Sí.”

Una dibujante entre escritores.

El hecho de haber sido invitada por una librería generalista y por una universidad famosa por su departamento literario –que comienza esta primavera un curso que trata la novela gráfica-, tenía un alto valor simbólico para los que defienden el cómic como forma artística y literaria. Por fin una dibujante estaba incluida en un ciclo de conferencias literarias y su nombre aparecía en el catálogo al mismo nivel que otros novelistas y poetas. Probablemente, para que no desentonase demasiado junto a esas elevadas compañías, se la define en dicho catálogo como “graphic novelist” (novelista gráfica). Este término, de reciente invención, pretende darle al oficio de autor de cómics una aureola de dignidad imprescindible para entrar dentro del selecto club de la cultura “seria”. Para que se le preste atención, el cómic ha tenido que ponerse una careta, que renunciar a su nombre. Como no se trataba de tebeos, sino de arte, el público que abarrotaba la sala de Left Bank Books se parecía muy poco a lo que se ve en las convetions (salones del cómic) americanas. Adulto, bastante heterogéneo, con la sorprendente predominancia de mujeres.

La persona encargada de introducir a la conferenciante, elogió las cualidades graficas y literarias de sus obras, refiriéndose a ellas con el termino “novelas”. Sin embargo, nada más empezar, Marjane Satrapi se apresuró a revindicarse como autora de cómics ya que para ella el término “novela gráfica” no es más que una forma de disculpa que no se da en otros medios. “La palabra cine, no implica una temática ni un género. Tanto las películas de John Ford como las Schwarzenegger son cine. En el cómic pasa lo mismo. Las obras cumbre y las de poca calidad pertenecen al mismo medio, por lo tanto no han de llevar nombres distintos.”

Esta necesidad constante de justificación, hace que tenga que responder muchas veces a la pregunta: “¿por qué hace usted cómics y no libros?” Para ello, Satrapi tiene una doble respuesta: la primera y más obvia es que rechaza este tipo de pregunta. “A otros artistas no se la hacen. ¿Le preguntarían a un pintor la razón por la qué no hace películas? ¿Le sugerirían a un novelista que dedique a la danza o al teatro? Escogí el cómic porque pensaba que era el medio más adecuado para expresar mis ideas.” La segunda respuesta es más original y también más contundente: “Mis obras tienen una cubierta, tienen páginas, tienen un lomo. Por lo tanto sí hago libros. Libros de cómics. La diferencia con una novela, es que el texto viene acompañado de imágenes. Estas dos formas de comunicación van de la mano y funcionan de forma conjunta creando un lenguaje propio.”

A pesar de que estas ideas son tan obvias, la realidad es que el cómic sigue siendo considerado en el mejor de los casos un “pasatiempo ligero” o una “forma de diversión infantil”. Según la autora de Persépolis, se debe a que “en nuestro sistema educativo, se prima el lenguaje en detrimento de la imagen. Aprendemos a analizar textos literarios, pero no sabemos analizar un dibujo o una composición. No somos capaces de valorar qué hace que un dibujo sea bueno o malo. Todo ello, a pesar de que vivimos en una cultura de la imagen. Además, el acto de dibujar se asocia a la infancia. De niños todos dibujamos y cuando nos hacemos mayores –con la excepción de los que tienen vocación artística-, abandonamos esta actividad. Esto hace que un libro “con dibujos” tenga una connotación infantil. Por otro lado, la sociedad, que acepta la heterosexualidad y la homosexualidad razonablemente bien, tiene bastantes problemas con la bisexualidad. Los dibujantes de cómic somos ‘bisexuales’, porque no sólo queremos dibujar sino también escribir. La rigidez mental de mucha gente hace que solo puedan entenderse estos dos actos por separado, nunca juntos.” Sin embargo, ve el futuro del cómic lo con “optimismo” ya que cada vez hay “más publicaciones independientes y más oferta.” Como decía su amigo Chris Ware, “ahora hay muchos más cómics que poder odiar.”

Max Vento.
St. Louis, Octubre del 2006.

4 comentarios:

goloviarte dijo...

menuda suerte,bueno,tu blog esta agregado en la etiqueta"ilustración"en aquiestatublog
gracias por participar y si quieres mira algo de publi,eso valora mi trabajo,gracias

AnnaRaven dijo...

Hola Max.Ya había leído este artículo en su momento, sin embargo, entonces no había leído Persépolis. Solo tengo una pequeña puntualización, que viene de la mano de mi amiga Parvaneh (una mujer increíble que, como Marjane, nació en Teheran y vivió en su carne las historias de Persépolis):
"su bisabuelo fue el último rey de la dinastía persa de los Qadjar"

No es exactamente ese el caso, sino que su bisabuelo fue uno de los príncipes de esa dinastía. Las dinastías persas no son como las comprendemos desde nuestro punto de vista europeo sino que, según Parvaneh, había muchos príncipes reconocidos, en muchas ciudades (supongo que todos descendientes del sha) pero el antepasado de Marjane sólo era, literalmente, "un príncipe más" y no suponía una gran diferencia para con los otros príncipes.

Al menos, es lo que me ha dicho ;)

Max Vento dijo...

Ana:
gracias por la puntualización. Miré la biografía en Internet antes de escribir el artículo aunque ya no recuerdo qué página utilicé para documentarme. Probablemente tengas razón y confieso mi ignorancia en cuanto a dinastías persas.... :-(

AnnaRaven dijo...

Tranquilo, la mía (mi ignorancia en dinastías persas) es inconmensurable, por eso meto la pata tanto y Parvaneh me corrige tantas veces ;)