14/5/08

¡Críticas a Actor Aspirante! (2)

Sigo subiendo reseñas. Esta vez de La Cárcel de Papel


Aspirante

Publicado el 3 Febrero 2008
Siempre es de agradecer que un autor joven, en su debut, haga gala de ambición y ganas de comerse el mundo. Cualidades importantes, que si son combinadas además con calidad e inteligencia, obligan a ponerle a ese debutante la etiqueta de “seguimiento obligado” para el futuro. No es coincidencia habitual, pero todas estas condiciones se dan en Max Vento y su Actor aspirante, álbum que nace con la intención de ser el primer de una larga serie que cuente la historia de Pablo, un joven actor. Un primer volumen en el que Vento usa a su protagonista como paradigma de la actual situación de la juventud en España, incapaz de encontrar trabajo más allá de ocupaciones basura, condenada compartir vivienda para poder hacer frente a precios abusivos… Situaciones que por desgracia se han convertido ya en tópicos y que Vento traslada perfectamente en la frustración de este actor que ve como su vida se derrumba en lo sentimental, social y laboral. Trozos de realidad que el autor ensambla con originalidad, transformando las vivencias en parte del monólogo que prepara el protagonista para un casting, lo que permite un doble juego más que interesante, en el que narrador y protagonista se funden en continuo donde no sabremos nunca hasta dónde llega la realidad de los sentimientos y vivencias. Una teatralidad que permite al autor, además, un escenario perfecto para desarrollar una narrativa basada en diálogos/monólogos brillantes, permitiendo excusas perfectas para una composición visual simple, pero tremendamente efectiva.
En el debe de la obra quedan dos aspectos que, a mi entender, todavía no están limados: por un lado, la inclusión de personajes secundarios excesivamente tópicos y previsibles. Los nuevos compañeros de piso de Pablo son personajes más propios de una tebeo de humor y su exagerada caracterización (el filósofo frustrado, el aislado social…) rompe el ritmo de la obra. Es cierto que pueden justificarse dentro la teatralización del monólogo y como parte de humor a una obra que sería muy dura sin ellos, pero desbalancean completamente la narración. El segundo de los aspectos a cuidar es derivado de la elección de estilo gráfico. Vento opta por un estilo de trazo sencillo y limpio, deudor de autores como Andy Watson, pero al que le falta todavía una dosis importante de gestualidad. Al fundamentar la narración sobre los monólogos, una parte importante del resultado reside en la expresividad de los personajes, que de momento se muestra excesivamente limitada.
Dos problemas menores, que se resolverán con seguridad en futuras entregas y que no evitan disfrutar de este volumen y esperar con muchas ganas las siguientes entregas.
Alvaro Pons

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