11/7/13

Historias de éxitos ajenos (o presumiendo de amigos)

“Sólo comencé a tener éxito cuando me dediqué plenamente a ello”, me dijo en una ocasión mi amigo Brian Hurtt, dibujante de la reconocida serie The Damned y de la aún más reconocida The Sixth Gun.


Tanto Brian, como su amigo Cullen Bunn, el guionista de ambos  cómics, saben esto bien. Brian tuvo que vivir en casa de su hermano durante una larga temporada hasta que las ventas de The Damned comenzaron a despegar. Consciente durante toda esa difícil época de que el tiempo y la dedicación eran el único camino, siguió dibujando y mejorando en cada página. Cullen acabó por entender que sólo podría tener éxito como guionista si se empleaba a fondo. Y emplearse a fondo implicaba dedicarse plenamente a ello abandonando su trabajo de oficina. Ahora que The Damned ha sido traducido a varios idiomas y que NBC rueda un piloto para serie de televisión basado en The Sixth Gun, todo parece indicar que tanto Brian como Cullen tomaron la decisión correcta. El primero al abusar de la generosidad de su hermano y el segundo al abandonar su rutinario trabajo.

Resulta que el inglés, tan rico en expresiones de todo tipo, tiene una del todo conveniente para describir trabajos como el que hacían Cullen y Brian: day job. El day Job, o trabajo diurno, es el que nos permite subsistir y pagar nuestras facturas. Tiene una dimensión meramente instrumental. Cuanto más fácil y menos tiempo nos quite mejor. El day job es la estación de servicio en la que paramos a repostar a lo largo de la carrera. Pero no forma parte de la carrera, aunque nos permita seguir en ella. Añadiendo “diurno” (day) a la expresión se sobrentiende que empleamos la noche para hacer nuestro verdadero trabajo, sea el que sea. Uno puede identificarse como pintor, poeta o músico mientras trabaja de camarero, bibliotecario, profesor de francés (Machado, "a mi trabajo acudo, con mi dinero pago", era precisamente profesor de francés) o lo que se tercie.

Ser artista en EEUU es más una cuestión de identidad que de profesionalidad, y nuestro day job -aunque ejerzamos de neurocirujanos- no nos identifica. Si el sentido común o la situación en la que nos encontramos no nos permiten abandonar nuestro day job, como hicieron Cullen o Brian, al menos estos ejemplos pueden inspirarnos hasta que vengan tiempos más propicios.

En mi caso, como escribí en entradas anteriores, compaginaba la docencia (day job), una tarea agradable, especialmente en las condiciones en las que ejercía, con el dibujo (real job). Durante siete años los dos gallos convivieron en el mismo gallinero dándose picotazos ocasionales.  El equilibrio de fuerzas no permitía que ninguno se impusiera. Las circunstancias hicieron que un gallo (real) hiciese trizas al otro (day), no dejando de él más que el recuerdo.

 En la próxima entrada, prevista para el próximo lunes, seguiré hablando otros amigos de St. Louis, que trabajaron duro para convertir su pasión en profesión.

Esta entrada forma parte de la serie de vuelta a Europa, en la que cuento experiencias en mis siete años en EEUU, mi paso por Valencia y mi llegada a Bruselas. Las otras entradas de la serie:
De vuelta a Europa... ¿para siempre?
Should I stay or should I go


Para saber más acerca de The Damned, The Sixth Gun.
A continuación una doble página de The Sixth Gun sin el texto

8 comentarios:

Santiago García dijo...

Esta serie de entradas me estaba tocando ya muy de cerca, y más ahora que estoy viviendo en Estados Unidos. Pero con ésta ya me has llegado a la médula. Lo que planteas es EL DILEMA, y básicamente a lo que llevo años dando vueltas, intentando equilibrar la supervivencia con la vocación, pero sabiendo que nunca van a estar en verdadero equilibrio. Todos los historietistas -todo el mundo que quiere dedicarse a algo creativo, en realidad- tiene que pasar por esta encrucijada, y creo que muchas veces el éxito final depende de la decisión que toma cada cual. O lo que es lo mismo: de las agallas que tenga.

En fin, gracias por expresar tan bien algo tan fundamental.

Max Vento dijo...

Hola Santiago,
en Facebook Joan Marín comentaba que la entrada está escrita desde el punto de vista del triunfo y también tiene razón. El simple hecho de arriesgar no hace que a uno le salgan bien las cosas. Pero si no se echa la carne en el asador seguro que no salen. Creo que es una decisión que cada cual tiene que tomar por su cuenta y valorar cuánto riesgo se quiere asumir. Por cierto, no sabía que estabas ahora en EEUU. ¿Llevas mucho por allá?

Santiago García dijo...

Pero es que es como dices: si te la juegas puedes ganar o perder. Pero si no te la juegas... ¿cómo vas a ganar?

Yo creo además que esto es algo que los americanos entienden muy claramente y que a nosotros nos cuesta más asimilar.

Llevo por aquí dos años ya.

Max Vento dijo...

Tienen el optimismo ese (que también tiene su lado negativo). Pero al final me da la impresión de que nos arrepentimos más de lo que realmente queríamos hacer y no nos atrevimos que de los fracasos... Imagínate la historia de Brian y Cullen terminando mal... "Estuve haciendo cómics, viviendo en casa de mi hermano dos años -o en un piso compartido con 7 tipos-, luego probé la ilustración y como vi que no llevaba a ninguna parte, he vuelto a trabajar de (...)" Tampoco es algo de lo que uno deba avergonzarse.

Santiago García dijo...

Exacto. Te arrepientes siempre más de lo que no hiciste que de lo que hiciste. Si te sale mal, pues plan B. Pero pasarte toda la vida con el plan B en marcha sin probar nunca el A...

Max Vento dijo...

Cierto, cierto. El plan B es fundamenta. y también es fundamental que el plan A no sea del todo utópico.

CoaX dijo...

¿Y plan A que evoluciona a plan A' y luego a A''? :-)

Max Vento dijo...

Mejor si evoluciona a triple A!