En la última entrada colgué un vídeo en el que se mostraba un teórico prototipo diseñado para la lectura de revistas que quizás también sirviera para la de cómics.
La irrupción de este tipo de artilugios parece tan inminente que muchos se han apresurado a anunciar la muerte del papel. No obstante, uno haría bien en mostrarse escéptico ante a los aficionados a otorgar certificados de defunción, que los ha habido siempre y no siempre tuvieron razón: la fotografía mataría a la pintura, el cine al teatro, la televisión al cine, el vídeo a la televisión, los gráficos 3D a las películas con actores reales… Y mientras se anuncian futuras defunciones, seguimos disfrutando de pintura, teatro, cine o televisión, como, seguramente, seguiremos disfrutando de libros y tebeos en papel por mucho tiempo. ¿O no?
La irrupción de este tipo de artilugios parece tan inminente que muchos se han apresurado a anunciar la muerte del papel. No obstante, uno haría bien en mostrarse escéptico ante a los aficionados a otorgar certificados de defunción, que los ha habido siempre y no siempre tuvieron razón: la fotografía mataría a la pintura, el cine al teatro, la televisión al cine, el vídeo a la televisión, los gráficos 3D a las películas con actores reales… Y mientras se anuncian futuras defunciones, seguimos disfrutando de pintura, teatro, cine o televisión, como, seguramente, seguiremos disfrutando de libros y tebeos en papel por mucho tiempo. ¿O no?
La experiencia más relevante hasta el momento la ofrece Amazon, que ya ha comercializado el Kindle con cierto éxito, pero sin provocar una gran revolución. Y es que, el hecho de que una tecnología pueda emular algo, no significa que sea idónea o deba sustituir per se a la ya existente. Para ello habrá que analizar los pros y contras que ofrece. Examinémoslos más de cerca:
+ El lector electrónico parte con una ventaja que me parece fundamental. Supone una opción mucho más ecológica, especialmente si hablamos de prensa o de revistas.
+ Otra ventaja –entrando ya en el terreno de la experiencia de usuario- es su portabilidad. En uno de estos dispositivos podríamos tener nuestra biblioteca entera de forma ligera y eficaz, lo que puede ser tremendamente útil para quien necesita libros de referencia. Sin embargo, me aventuro a opinar que el lector medio no tiene ni la necesidad ni la ambición de llevar consigo cientos de libros a la vez, que con uno o dos se da por satisfecho.
+ Entrando en el terreno de las apreciaciones subjetivas, hemos de tener en cuenta de que nos perdemos la sensación de tener un libro en las manos, de poderlo poner el nuestras estanterías de tener un objeto hermoso que comprar, regalar o prestar a un amigo.
+ Menos subjetiva es la pérdida del formato o del diseño del libro que es especialmente importante en algunos tebeos. Ahí tenemos a artistas como Chris Ware o Seth que, en muchos casos, hacen libros cuyos tamaños y formas no convencionales afectan a la narrativa y al lenguaje de la historieta que contienen. En un aparato electrónico el formato se estandariza, se pierde variedad en la forma, lo que no iría en detrimento en el fondo de los cómics con formato estándar, pero sí de los libros de autor antes mencionados.
+ La comercialización y compra de los contenidos sea seguramente más eficaz en el caso de el lector electrónico, permitiendo al lector acceder de forma fácil a cualquier título – esto es especialmente crítico en el caso de los tebeos y sus característicos problemas de distribución - y al autor ver comercializadas sus obras sin apenas intermediarios ni barreras físicas. Claro que, sobre este fácil acceso, sobrevuela el fantasma de la piratería, la posible saturación de un mercado en el que cada vez habría menos filtros y el cierre de muchas librerías. Cerrando éstas se perdería lo que para muchos sigue siendo una actividad gratificante en sí misma.
En definitiva, parece menos claro que el lector electrónico margine al papel como, en el caso del mercado audiovisual, lo digital acabó imponiéndose a lo analógico. En el caso de la música o el cine, las ventajas de los nuevos formatos no afectaban esencialmente al contenido ni a al experiencia de usuario y sus ventajas –mejor calidad de imagen y sonido- eran del todo evidentes. No lo son tanto en el caso del lector electrónico y, junto las muchas posibilidades, se arrojan otros tantos interrogantes.
4 comentarios:
Para gustos colores. Yo me sigo quedando con el papel.
Acabas de resumir toda mi entrada en una frase, jajaj. Yo también me quedo con el papel.
Hombre, el lector del video mola, pero debe valer una pasta, ¿no?
Un saludo.
No sé cuánto pero sí es otro inconveniente. Aunque una vez lo compres supongo que los e-books serán más baratos.
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