No se trata del principio de un nuevo cómic. Es algo realmente surrealista que me ha pasado esta mañana. Un empleado del ayuntamiento me despierta informándome de una infracción que he cometido. Para entender de lo que hablo, hay que saber que aquí, en Bruselas, no hay contenedores y, por tanto, las bolsas de basura se dejan en los portales de casa en días específicos. Algo sucio y poco estético, pero ninguna ciudad es perfecta. Mi ofensa fue colocar la bolsa el día equivocado. “Disculpe. No lo volveré a hacer. Buenos días.” “¡No! ¡Espere!”, me dice , “¿no quiere saber cómo he sabido que era usted?” “La verdad es que me da igual.” Pero como a él le ha dado igual que me diese igual, he pasado casi un cuarto de hora de plantón escuchando los detalles de su investigación: abrió la bolsa de basura transgresora, miró el nombre y la dirección de un sobre, fue al ayuntamiento, buscó los datos, etc, etc, etc. Su ayudante sonreía mezclando orgullo y admiración (¡algún día seré como él!). Me habría gustado decirle: “Soy dibujante de cómics, caballero. Que sepa que todo lo que diga o haga podrá ser dibujado en contra suya en un álbum.” Lamentablemente mi francés no da para tanto.
Ready to finish a job that took extensive research, the detective and his sidekick walk to the targeted apartment. Right there, the criminal sleeps pleasantly, and ignores what is coming. Bitter the morning may be. But the two agents of the law are more than used to the inclement weather. It comes with the job. They routinely inspect trash bags during the summer heat, during the harsh winters, and during the rainy spring. Once the criminal opens the door, he doesn’t seem nervous at all. Doesn’t he know who the Trash-detective is??
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